Harris vs. Trump: ¿estilos diferentes pero con la misma política exterior?
Las personalidades del republicano Trump y la demócrata Harris, candidatos a las elecciones de EE.UU., son muy distintas. Pero, ¿se mantiene esta distancia de cara a las relaciones internacionales?
Los efectos colaterales de la política exterior del presidente Joe Biden entre los votantes estadounidenses se revelaron con todo su poder esta semana durante las protestas propalestinas que rodearon la Convención Nacional Demócrata en la ciudad de Chicago.
Las manifestaciones demuestran que, para el votante estadounidense promedio, la política exterior se ha ido convirtiendo gradualmente en un asunto importante de cara a las elecciones presidenciales que se realizarán en noviembre de 2024.
En lo que respecta a las relaciones internacionales, la candidata demócrata y vicepresidenta, Kamala Harris, se ha posicionado en un lugar opuesto al candidato republicano y expresidente, Donald Trump, su rival. Pero ¿realmente son tan diferentes?
La doctrina Harris
Como vicepresidenta de Biden, se espera que Harris siga los pasos de política exterior implementados en el actual Gobierno.
Las visitas a 21 países y sus reuniones con 150 líderes desde que es vicepresidenta dan señales de que se inclina por adoptar un enfoque más colaborativo en los asuntos internacionales. Esto se traduce en un compromiso por forjar relaciones más fuertes entre América del Norte y Europa, el fortalecimiento de la OTAN; el apoyo de la alianza del Indo-Pacífico con la ASEAN y la India como actores clave, y la consideración de China como un rival económico y estratégico.
Por el contrario, el enfoque de "Estados Unidos primero" impulsado por Donald Trump revela su escepticismo respecto a alianzas como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la OTAN. El expresidente ha adoptado una actitud relativamente más moderada hacia Rusia respecto a la guerra con Ucrania.
Las diferencias en sus posturas sobre Ucrania y Rusia
De hecho, la mayor diferencia entre Kamala Harris y Donald Trump en cuanto a política exterior parece ser Rusia.
Harris considera al presidente Vladimir Putin un enemigo por lo que se percibe como una agresión a Ucrania, y abiertamente ha respaldado a Kiev. Su representación en la Cumbre por la Paz en Ucrania de junio y su compromiso por salvaguardar la seguridad y la libertad de ese país en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero indican que mantendría el apoyo del Gobierno de Biden a Ucrania en oposición Rusia.
Si este es el caso, y Harris mantiene inequívocamente su respaldo a Kiev a través de entrega de armas y apoyo diplomático, quedarán pocos incentivos para instar a Rusia a un diálogo y trabajar por la desescalada.
Esto contrasta directamente con el enfoque de Trump hacia Rusia y Ucrania. El expresidente es más amistoso con Putin debido a su admiración histórica por los líderes autoritarios y el deseo de asegurar los intereses comerciales en Rusia que ha perseguido desde 1987.
Trump ha declarado que, si gana las elecciones, buscará ponerle fin a la guerra y terminar la prolongada financiación estadounidense a Ucrania. Cabe destacar que su capacidad para convencer a Putin y al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy de que acepten los términos sigue siendo cuestionable.
Pero una decisión de Harris de continuar con el statu quo a expensas de un posible diálogo con Rusia podría garantizar que el conflicto en Ucrania continúe.
Las pocas diferencias sobre Medio Oriente
Ahora bien, tanto Harris como Trump parecen compartir el mismo apoyo inequívoco a Israel, aunque expresado de maneras diferentes.
Harris ha adoptado un tono más moderado sobre Palestina para aplacar la furia generalizada dentro del Partido Demócrata por el apoyo de Biden a Israel. Pero no es realista creer que esto se traducirá en la suspensión de la entrega de armas.
A pesar de sus comentarios sobre la necesidad de poner fin al sufrimiento palestino después de reunirse con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, en Washington el mes pasado, Harris no apoya un embargo de armas a Tel Aviv.
Y aunque dice que respalda una solución de dos Estados y trabaja por la independencia palestina, también se enfrenta a duras críticas de defensores propalestinos y votantes estadounidenses que no están convencidos de que la política exterior de Washington sobre Israel cambiará bajo su mandato.
La política de Trump hacia Israel es más predecible. Su aversión a los manifestantes propalestinos y su apoyo a Tel Aviv son bien conocidos, como lo demuestra su decisión de 2017 de trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén.
Sin embargo, al igual que con la guerra en Ucrania, Trump ha pedido una resolución del conflicto. También cree que tiene más influencia que Biden sobre Netanyahu debido a su apoyo a los asentamientos israelíes ilegales, el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y como arquitecto de los Acuerdos de Abraham que ayudaron a Tel Aviv a normalizar las relaciones con ciertos países musulmanes de la región.
En otros lugares se espera que continúe la fuerte militarización de Medio Oriente bajo Harris, ya que se han desplegado grupos de portaaviones de ataque estadounidenses en el Mediterráneo y el mar Rojo desde el asesinato del líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, en Irán.
Con Trump también habrá un mayor impulso hacia la militarización con la posibilidad de que se produzcan asesinatos de figuras como Qasim Soleimani, de la Guardia Revolucionaria iraní.
Cabe destacar que el apoyo previo de Harris al acuerdo nuclear de 2015 entre Estados Unidos e Irán no significa necesariamente que su administración se negaría a salir en defensa de Israel si se produce una escalada entre este aliado e Irán y los numerosos grupos que respalda.
Por otra parte, Trump retiró a Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) durante su mandato como presidente y, de manera similar, acudiría en ayuda de Israel en caso de un ataque de Irán.
Las posturas de cara a China
No hay duda de que la política exterior de Trump hacia China fue agresiva y confrontativa en su gobierno. Desvincularse de Beijing debilitando la interdependencia comercial entre los dos países e imponiendo aranceles de hasta el 60% a las importaciones del país ha sido parte de la doctrina Trump.
Mientras tanto, cuando era fiscal general, Harris criticó al expresidente por afectar la economía estadounidense. Sin embargo, estando en ese mismo cargo implementó una legislación que promueve los derechos humanos en Hong Kong y al mismo tiempo pide la autodefensa de Taiwán, medidas que China ve como un desafío a su soberanía.
Por lo tanto, las relaciones de Estados Unidos con China probablemente no mejorarían bajo el liderazgo de Harris, ya que Hong Kong y Taiwán son importantes líneas rojas para Beijing. Además, el compromiso con China bajo el liderazgo de Harris no significa que cese la rivalidad y la competencia entre las dos mayores economías del mundo.
Los vínculos económicos de Estados Unidos con China probablemente continuarían en presencia de disputas con Beijing en el mar de China Meridional y en otros lugares.
Si Harris gana las elecciones, el mundo pueda esperar que probablemente la política exterior estadounidense siga siendo similar a la actual. Aunque ambos candidatos están de acuerdo en lo que respecta a Israel y China, una presidencia de Trump podría presagiar un populismo más abierto, una formulación de políticas unilateral e incertidumbre.
En el caso de Harris, cabe esperar un mayor compromiso internacional y previsibilidad. Sin embargo, el manual sobre Israel, Irán y China sería prácticamente el mismo.