El arma más poderosa del sionismo: el lobby israelí en Estados Unidos
Los grupos de presión proisraelíes moldean la política exterior de EE.UU., garantizando un apoyo incondicional a Tel Aviv y poniendo en riesgo la democracia estadounidense y la seguridad global.
La masacre de Israel contra los palestinos en Gaza ha puesto en la mira al principal aliado de Tel Aviv, Estados Unidos, y en cómo las figuras israelíes influyen a través del lobby en Washington.
A pesar de que cada vez es más difícil justificar los crímenes de guerra de Israel, los políticos estadounidenses, independientemente del partido al que pertenezcan, siempre justifican el “derecho a defenderse” de Israel para enviarle el armamento con el que luego masacra a la población civil palestina.
En el centro de esta vehemente posición se encuentran los lobbies proisraelíes, capaces de influenciar la política exterior estadounidense a través de mecanismos de persuasión que rozan los límites de la democracia.
Para comprender la política estadounidense es fundamental entender el papel de los lobbies. Un “lobby” o “grupo de presión” consiste en un grupo de personas que busca influir en las decisiones políticas.
La palabra "lobby" proviene del vestíbulo de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, donde representantes de diferentes grupos esperaban para abordar a los parlamentarios con sus demandas y convencerles de que legislaran a su favor.
En Estados Unidos, los lobistas son profesionales registrados que representan los intereses de diferentes grupos ante los legisladores. Estos grupos pueden ser de diversa índole: de la industria farmacéutica, de empresas petrolíferas e incluso de grupos ecologistas. También aparecen nombres más conocidos, como la Asociación Nacional del Rifle, defensora del derecho a portar armas de fuego. A pesar de su diversidad, todos estos grupos comparten el objetivo común de influir en la legislación mediante diversas formas de presión sobre los políticos.
Aunque es ilegal que los lobbies entreguen dinero de forma directa a los políticos, utilizan otros métodos, como financiar campañas políticas o prometer futuros empleos en grandes empresas a través de las conocidas "puertas giratorias".
En este contexto, los lobbies proisraelíes se destacan por ser claves en la política exterior estadounidense a cambio de inversiones multimillonarias. Entre ellos, destaca el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC, por sus siglas en inglés de American Israel Public Affairs Committee).
Los lobbies proisraelíes en Estados Unidos
Desde la creación del estado de Israel en 1948, Estados Unidos ha sido su aliado. Este apoyo se debe, en parte, al trabajo de los lobbies proisraelíes, que han sido cruciales para garantizar que Israel reciba ayuda militar y financiera sin cuestionamientos. Tel Aviv ha sido considerado un aliado estratégico de EE.UU. en Oriente Medio durante la Guerra Fría, especialmente en la década de 1960, después de la Guerra de los Seis Días.
Entre los lobbies proisraelíes, AIPAC es el más conocido y poderoso. De acuerdo con su sitio web, AIPAC tiene más de tres millones de miembros (aunque en 2016 afirmaba tener 10.000) y todo su capital proviene de fondos e inversiones privadas. Fundado en 1963, su objetivo principal es persuadir al gobierno estadounidense para fortalecer las relaciones entre Estados Unidos e Israel, asegurando la cooperación militar entre ambos países.
Los lobbies proisraelíes en Estados Unidos
Desde la creación del estado de Israel en 1948, Estados Unidos ha sido su aliado. Este apoyo se debe, en parte, al trabajo de los lobbies proisraelíes, que han sido cruciales para garantizar que Israel reciba ayuda militar y financiera sin cuestionamientos. Tel Aviv ha sido considerado un aliado estratégico de EE.UU. en Oriente Medio durante la Guerra Fría, especialmente en la década de 1960, después de la Guerra de los Seis Días.
Entre los lobbies proisraelíes, AIPAC es el más conocido y poderoso. De acuerdo con su sitio web, AIPAC tiene más de tres millones de miembros (aunque en 2016 afirmaba tener 10.000) y todo su capital proviene de fondos e inversiones privadas. Fundado en 1963, su objetivo principal es persuadir al gobierno estadounidense para fortalecer las relaciones entre Estados Unidos e Israel, asegurando la cooperación militar entre ambos países.
AIPAC destina aproximadamente tres millones de dólares anuales a actividades de presión, y su influencia se ha manifestado en momentos críticos, como durante la Segunda Intifada en 2003, cuando Estados Unidos otorgó 9.000 millones de dólares en ayuda a Israel, y también en 2007 con un paquete de ayuda de 30 mil millones de dólares.
Pero AIPAC no es el único lobby proisraelí en Estados Unidos. El United Democracy Project (Proyecto Democracia Unida) es otro grupo que, aunque más discreto, comparte los mismos objetivos: asegurar el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel y eliminar a los candidatos propalestinos.
Por otro lado, J-Street es un lobby proisraelí más moderado que ha criticado abiertamente a AIPAC por su apoyo a políticos que consideran radicales y antidemocráticos. J-Street también se ha opuesto a las tácticas agresivas de AIPAC, como las campañas contra la congresista demócrata Ilhan Omar, a quien este grupo acusó de ser una amenaza simplemente por su fe musulmana y su posición condenatoria de los crímenes de guerra de Israel.
Además de los grupos de presión como AIPAC, Israel tiene otro gran aliado: los lobbies cristianos evangélicos. Una parte importante de las relaciones entre EE.UU. e Israel están financiadas e impulsadas por las ideas de estos grupos, que creen que la existencia de Israel debe protegerse para así asegurar la profetizada “segunda venida de Jesucristo”.
Estos grupos radicales controlan aproximadamente a 45.000 iglesias en todo el país norteamericano, con una población de alrededor de 62 millones, es decir, aproximadamente el 28% del electorado. Los “cristianos sionistas”, unidos bajo el grupo Cristianos Unidos por Israel (CUFI, por sus siglas en inglés) han supuesto una de las claves del abandono de la aparente neutralidad estadounidense hacia las relaciones Palestina-Israel durante los gobiernos de Trump y Biden y del apoyo absoluto de éste último a Israel a pesar del apartheid y de haber asesinado a más de 40.000 civiles desde el 8 de octubre de 2023.
AIPAC y su influencia bipartidista en la política estadounidense
AIPAC se define como una organización bipartidista, lo que significa que busca influir tanto en el Partido Demócrata como en el Partido Republicano. Sin embargo, su relación con cada partido ha variado según los tiempos y las políticas de sus líderes.
Con el Partido Republicano, AIPAC ha encontrado un aliado más cercano en los últimos años, especialmente durante la administración de Donald Trump. Fue clave en la decisión de Trump de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén en 2018, una medida que, aunque condenada internacionalmente, fue celebrada por AIPAC como una reafirmación del apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Israel.
Además, esta entidad apoyó la retirada de Washington del acuerdo nuclear con Irán (Plan de Acción Integral Conjunto), una política que Trump impulsó bajo la presión de grupos proisraelíes que veían el acuerdo como una amenaza para Tel Aviv y que podría haber favorecido a la pacificación de Oriente Medio. AIPAC gastó más de 30 millones de dólares en una campaña para persuadir al Congreso de que apoyara la retirada del acuerdo, demostrando así su capacidad para influir en políticas de gran escala.
Con el Partido Demócrata, la relación de AIPAC ha sido más compleja, especialmente con la creciente diversidad ideológica dentro del partido. Mientras que tradicionalmente ha contado con el apoyo de líderes demócratas como Barack Obama, Hillary Clinton y Joe Biden, la aparición de una facción progresista dentro del partido ha representado un desafío. Legisladores como Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortez han criticado abiertamente las políticas israelíes hacia los palestinos y han pedido una reevaluación de la ayuda militar estadounidense a Israel.
De cara a las próximas elecciones, AIPAC ha redoblado sus esfuerzos para ejercer su influencia sobre los candidatos, invirtiendo más de cien millones de dólares en campañas para derrotar a candidatos progresistas propalestinos del Partido Demócrata y apoyar a los más favorables a Israel. Por eso, esta entidad parece sentirse cómoda con Kamala Harris, la candidata demócrata, ya que no parece que vaya a desviarse mucho de las tendencias de sus predecesores.
Los lobbies proisraelíes: un peligro para la democracia estadounidense
La influencia de Israel a través de AIPAC en la política estadounidense es innegable. Su habilidad para movilizar recursos financieros, influir en legisladores de ambos partidos y dirigir campañas de opinión pública lo ha consolidado como uno de los lobbies más poderosos en Washington.
A pesar del creciente escepticismo hacia Israel en ciertos sectores del electorado estadounidense y dentro del Partido Demócrata, AIPAC sigue siendo un actor clave en la configuración de la política exterior de Estados Unidos hacia Oriente Medio.
Estados Unidos ya ha sido testigo de protestas masivas en los últimos meses. Foto: AA
Tal es el alcance de AIPAC que el exsenador William Fullbright, quien fue presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense por más tiempo en la historia, denunció ante el congreso la necesidad de denominar al AIPAC como un agente extranjero. Otros grupos, como Jewish Voice for Peace (Voces Judías para la Paz) o Justice Democrats, liderado por Bernie Sanders, han formado la coalición “Rechazar AIPAC” para frenar al lobby.
Sin embargo, la influencia israelí parece haber alcanzado un punto de no retorno en la política estadounidense. La capacidad económica de AIPAC y sus inversiones millonarias son capaces de acabar las carreras de los políticos pro-palestinos, dejando fuera del Congreso a opiniones críticas con Israel.
Además, la incapacidad del gobierno de Joe Biden, que llegó a declararse "sionista no-judío", de actuar frente a los crímenes de guerra israelíes bajo el Gobierno de Benjamín Netanyahu están afectando muy negativamente a la imagen de la gran potencia en todo el mundo y ante el propio electorado: la falta de posicionamiento demócrata puede costarle las elecciones a Harris.