El rol social de los clubes de fútbol en América Latina
La Copa América puso el foco sobre muchos jugadores latinoamericanos con orígenes humildes, respaldados por clubes que, en gran parte de la región, funcionan como entidades sin fines de lucro.
En las últimas semanas, el principal torneo de fútbol masculino de América del Sur, la Copa América, ha sido un espacio ideal para que se demuestre la cercanía y la solidaridad entre los diversos pueblos de la región. Un caso en particular sucedió antes del partido de Argentina y Perú, cuando aficionados de ambas confederaciones posaron con una bandera de Perú junto a las palabras “Para el Perú, las Malvinas siempre argentinas”. A su vez, la Copa América puso el foco sobre muchos jugadores latinoamericanos que tuvieron orígenes humildes, respaldados por clubes que, en gran parte de la región, –salvo Ecuador y parte de Chile, entre otros– funcionan como entidades sin fines de lucro.
En Argentina, como en muchos de los países de la región, los clubes nacieron a finales del siglo XIX cuando inmigrantes introdujeron el fútbol a cada territorio. Ello impulsó la formación de clubes vinculados a instituciones educativas y el juego se extendió entre los sectores más populares que crearon sus propias ligas. Después, en el siglo XX, con la reducción de la duración de la jornada laboral y la difusión del juego por parte de los medios de comunicación, surgieron una gran cantidad de clubes de fútbol.
Durante años fueron centros de encuentro de personas que compartían la misma afición, bien por desarrollar sus aptitudes deportivas o por simple ocio y diversión
Con el tiempo, estas instituciones, empezaron a brindar todo tipo de actividades sociales como canchas deportivas, espacios de encuentro, y oportunidades a los más jóvenes, quienes muchas veces eran los hijos de los fundadores asociados.
Los clubes en Latinoamérica, parte de la cultura social
Hoy en día en la región, los “clubes de barrio” o clubes sin fines de lucro tienen una función social sumamente importante. Sus tareas deportivas diarias atraen y forman a centenares de jóvenes en diferentes disciplinas, ya sea en Argentina o bien en países como Paraguay o Brasil. Todo ello en el marco de una tradición sociocultural que se conserva hasta la fecha.
Muchas de las instituciones deportivas las fundaron personas con identidad en determinados sectores como ser los trabajadores de ferrocarriles –tal es el caso del Club Ferrocarril Oeste– o estudiantes secundarios y universitarios –el caso de Club Estudiantes de la Plata–, ambos de Argentina. En Paraguay está el Club Cerro Porteño, cuyo nombre tiene su origen en un lugar geográfico donde en la antigüedad el ejército paraguayo derrotó a los argentinos. En Brasil también influyó la presencia de inmigrantes a comienzo del siglo pasado, tal es así que el origen de Club Palmeiras se debe a la inspiración de italianos y sus descendientes.
El Club Atlético River Plate de Buenos Aires es un ejemplo del modelo latinoamericano de club social, que obtiene inversiones e ingresos pero que concentra sus esfuerzos en fines sociales y de inclusión. Es así que cuenta con más de 20 deportes federados, una pensión que alberga más de 120 jóvenes talentos de diferentes partes de Argentina. Además, el club cuenta con un instituto educativo donde asisten alrededor de 1.500 alumnos y un instituto universitario inaugurado en el año 2013. La visión social estratégica, más allá de que sea un club que registra más de 350.000 socios y presenta uno de los presupuestos más holgados del país, no se pierde.
En las últimas décadas, la identidad de los clubes de fútbol en Argentina se ha arraigado profundamente en la sociedad, con impactos positivos significativos. Sin embargo, la presión de la competencia global ha llevado a muchos clubes a enfrentar dificultades en la gestión, afectando la calidad de sus infraestructuras y la seguridad de sus asociados.
Este punto crítico ha aumentado debido a las inversiones privadas, muchas de ellas extranjeras, que han captado la atención pública.
La llegada de Javier Milei a la presidencia introdujo políticas de apertura económica, incluyendo la propuesta de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) para los clubes, desatando un intenso debate nacional.
Mientras algunos analistas temen que este cambio pueda diluir la esencia y misión social de los clubes, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) ha reafirmado que los clubes no sólo son centros de competitividad deportiva, sino también pilares esenciales en ámbitos educativos, sociales, culturales y deportivos, subrayando su función fundamental en la sociedad argentina.
La AFA afirma que las entidades funcionan como "diques" de contención de miles de jóvenes que son rescatados de la calle "para insertarlos en el mundo de la vida sana, de los deportes y en muchos de la educación primaria, secundaria y hasta terciaria".
"También en su interior se conforman organizaciones que aportan valores de vida a la sociedad, como fundaciones, departamentos de género y equidad, comisiones de inclusión social, áreas de discapacidad, servicios de salud, actividades recreativas para la tercera edad," añade.
Sin embargo, la disyuntiva entre la inversión privada y la invaluable labor social que brindan los clubes no pareciera ser del todo acertada. Es posible pensar en profesionalizar el deporte sin afectar la identidad cultural y social de los clubes. La empresa deportiva no siempre es la regla, dependerá de cada situación en particular, buscando respetar la idiosincrasia de cada institución.
En Argentina, un ejemplo reciente es el estadio “Más Monumental” de River Plate, el cual ha sido rebautizado en razón de las inversiones de capitales privados, que en ninguna manera ha afectado las impecables tareas que sostiene el club en su faz social. Cada institución deportiva concentra una realidad particular y diferente, por lo cual aplicar un criterio generalizado y absoluto no es del todo acertado. Se debe respetar la identidad y voluntad de cada institución, ya que en definitiva, son ellas quienes conocen sus orígenes y valores.
Claves del futuro del fútbol latinoamericano
La dinámica de los clubes de Argentina y la región es desarrollar aptitudes de talento innatas y formar a los chicos. Los jóvenes llegan a las pensiones, en busca de superación tanto humana como profesionalmente y el deseo de poder brindar a sus familias un mejor estándar de vida. Un ejemplo es el Club Estudiantes de la Plata de Argentina que tiene una pensión para chicos, como muchos otros clubes, donde se les forma en valores.
La historia de la formación local de los jóvenes tiene su hilo dorado con los actuales campeones de la Copa Mundial de Fútbol de FIFA edición 2022. Muchos de los protagonistas comenzaron en clubes de “barrio” como el caso de Alexis Mac Allister, que se formó en Club Parque para luego pasar al Club Argentinos Juniors o Enzo Fernández con sus primeros pasos en el Club La Recova para luego debutar en River Plate por nombrar algunos.
En torneos continentales de clubes como la Copa Libertadores o de selecciones como Copa América se puede ver con claridad que el sentido de pertenencia no se pierde, sino que se cultiva. No existen las diferencias de clubes sociales o comerciales o de selecciones con jugadores de liga local o extranjeras. Simplemente se compite con profesionalismo y vocación.
En definitiva, el deporte siempre explora y potencia lo mejor del ser humano. Sería provechoso que, en algún momento, se evalúen proyectos de competencia continental con mayores oportunidades a los clubes amateurs o semiprofesionales. Tal es el caso de las instituciones que se enfrentan en ligas menores dentro de los países de Latinoamérica, ya que en sus instalaciones se entrenan los potenciales héroes de las ligas mayores.