Este argentino creó un ladrillo que reduce el 50% del gasto energético
Los padres de Mauro Querejeta eran los mayores proveedores de materiales de construcción de la Patagonia, en Argentina. A los 21 años, se hizo cargo de la empresa y diseñó un ladrillo ecológico.
Buena parte de lo que hay en este mundo se ha construido ladrillo sobre ladrillo. Desde pirámides hasta rascacielos, el hombre cambió muchas cosas pero sigue y seguirá levantando paredes con ladrillos.
Mauro Querejeta, de 49 años, vive en la Patagonia, una ciudad argentina fría y bella que es también un centro de esquí: San Martín de los Andes. Y jura que en los mismos ladrillos está la llave para cambiar la matriz energética del planeta y, a la par, reducir la basura a nivel mundial.
No es algo improvisado. Lo suyo es la construcción. Lo lleva en la sangre. Sus padres eran dueños de la empresa más grande de materiales para construcción de la zona. De chico pasaba tardes armando legos. Un día Stefan, su mejor amigo, hijo de suizos, le anunció que su familia regresaba a su país y le dejaba de obsequio su colección de legos. Fue un día soñado. Miles y miles de ladrillos a la espera de una mente que les diera forma. “El lego me liberaba la mente, me permitía crear”, recuerda.
Gerente de la empresa con 21 años
A los 20 años ingresó, como si fuera lo más obvio del mundo, al corralón de sus padres. Incorporó tecnología, autoelevadores, camiones con grúa. Un año y medio más tarde cumplía funciones de gerente. Era gracioso. Cuando los clientes pedían hablar con el encargado se encontraban con un chico que a duras penas le crecía el bigote. Todo parecía indicar que pasaría su vida allí. Pero él tiene una particularidad. Mauro se encoge de hombros: “Me aburro rápido”. Cuando sus padres imaginaban que ya tenían el futuro de su empresa asegurado, su hijo les anunció: “Quiero renunciar”.
“Siempre fui un transgresor. No me gusta quedarme con lo que hay”, dice Mauro Querejeta sobre su camino de emprendimiento. Foto: Cortesía Mauro Querejeta
Dio un paso al costado y creó una empresa de aislaciones con poliuretano en las casas, algo nunca visto en la zona. A pesar de que eran diez veces más costosas, Mauro demostró por qué en una zona helada como San Martín de los Andes el poliuretano es el aislamiento más eficaz del mercado. “Siempre fui un transgresor. No me gusta quedarme con lo que hay”, señala. En cuatro años su empresa ya era líder de aislamientos en la región entre el público de más categoría. Desde un barrio de casas con centro de esquí sobre la montaña hasta el desarrollo inmobiliario de un club de golf: todos eran sus clientes.
“A 1.000 km por hora”
Y en sus tiempos libres creaba y creaba. Se hizo amigo de un ingeniero químico de una multinacional, con quien diseñaba productos y placas para la construcción, como si fuera su viejo hobbie de legos.
En esa tormenta de ideas, en el 2001, concibió el proyecto de fabricar paneles aislados estructurales. Vendió la empresa y creó una nueva: Sipanel. Ya pueden sospechar el motivo: aburrimiento. “Siempre voy a 1.000 km por hora”, se describe Querejeta. “No puedo parar de tener nuevas ideas”.
Para instalar la idea de los paneles aislados construyó su propia casa de 400 mts. Y, otra vez, el éxito: hizo mansiones a empresarios y edificios de medio centenar de departamentos. Un reconocido empresario industrial le compró parte de la empresa y le abrió una fábrica en Buenos Aires con toda la tecnología y facilidades a disposición. Año: 2011.
No le fue nada mal.
Sin embargo, en un viaje a la fábrica, Querejeta vio que, por mucho que movilizaran los paneles, en comparación al ladrillo sólo era el 0,1% del mercado. “Me di cuenta de que si realmente quería traer un cambio debía hacerlo sobre la base de lo que ya es masivo: y eso era el ladrillo”, recuerda. “Los paneles son el futuro. Pero el ladrillo es el presente. Y esa una realidad”.
La llegada del ladrilo ecológico
En el 2013, Querejeta diseñó Qbrick: el primer ladrillo capaz de reducir el consumo energético en las viviendas entre un 50% y 70%. Foto: Cortesía Mauro Querejeta
Mauro se preguntó: ¿Y qué pasa si al ladrillo se le aplica una nueva tecnología? ¿Por qué no seguir empleando ladrillos pero con una innovación que provoque un cambio radical y un impacto a gran escala en el medio ambiente?
Fruto de su conocimiento sobre los sistemas de aislación, en el 2013 diseñó Qbrick: el primer ladrillo capaz de reducir el consumo energético en las viviendas entre un 50% y 70%.
Primero lo tuvo en la cabeza. Luego lo dibujó en un cuaderno. Después convocó expertos y diseñadores industriales. “Lo que invento y patento es la unión de dos ladrillos huecos con un núcleo aislante. Ese núcleo puede ser de corcho, poliuretano, telgopor. Y tiene un 100% de eficacia. Lo que envuelve las viviendas es lo que mayor pérdida de energía provoca en el mundo. Y esto no es sólo para ahorrar energía un año. Es para toda la existencia de esa casa. Si todos los ladrillos tuvieran Qbrick, se podría cambiar la matriz energética de un país”, explica.
Querejeta registró una idea precursora a nivel mundial. “No hay ningún ladrillo con estas características”, se entusiasma. “Una sola vez vimos algo similar en una convención. Pero, como teníamos la idea registrada, presentamos una demanda y tuvieron que sacarla del mercado.”
Confiaba en que la idea sería, como todos sus otros proyectos, un éxito. Pero se encontró con algo que en su carrera de emprendedor nunca había tenido: un revés.
“Las grandes fábricas de ladrillos me decían ‘¿qué nos motivaría a sumar tecnología, comprar máquinas y vender un producto más caro, si seguimos vendiendo igual?’ No les importaba que sus ladrillos pudieran servir para mejorar el futuro del planeta. Sólo les importaba vender. Y que el mundo, se las arregle”, relata.
Primero se frustró y llegó a pensar en regalar la patente a quien quisiera usarla. Claro: el Qbrick necesitaba una inversión en maquinaria para que las fábricas tradicionales de ladrillos pudieran sumarlo a sus cadenas de montaje. Incluso viajaron a la Patagonia dos técnicos de una reconocida empresa alemana de maquinarias y quedaron tan asombrados con el Qbrick que le hicieron la ingeniería y el diseño de una máquina para replicar los Qbrick sin costo. “Sólo me pidieron exclusividad de poder fabricar ellos las máquinas”, añade Mauro.
El modelo del futuro
“Con el diseño de clips no se necesita ninguna maquinaria. Un obrero puede comprar los ladrillos y el clip, y armarlo él mismo. Y si hay aire entre los ladrillos, ya tienen buena aislación", relata Querejeta. Foto: Cortesía Mauro Querejeta
Aún así sentía que faltaba un eslabón para lograr la masividad. A fines del 2022 se le ocurrió una versión mejorada: lo llamó ClipBrick. Presentó la patente en media docena de países, entre ellos Estados Unidos, Brasil, Italia y España. A diferencia de Qbrick, el clip no necesita una maquinaria para implementarse. Basta con tener dos ladrillos y añadirles el sistema de clips, concebidos por Querejeta. “Con el diseño de clips no se necesita ninguna maquinaria. Un obrero puede comprar los ladrillos y el clip, y armarlo él mismo. Y si hay aire entre los ladrillos, ya tienen buena aislación. Hicimos pruebas con plástico reciclable y los resultados son excepcionales”, señala.
Mauro, que como ya saben nunca se queda quieto, ahora aspira a que el relleno de los ladrillos sea con desechos y basura. “En lugar de ver plásticos flotando en el mar o dañando los bosques, mis ladrillos pueden sumarlos como aislantes y eso queda encapsulado. No contamina. Y así el clip tendría un doble impacto: la reducción de consumo energético, y por otro lado un aporte a la limpieza del planeta”. Ahora, espera que el mercado lo descubra y revolucionar, al fin, la construcción con ladrillos ecológicos.
Imagen en detalle del sistema de clips que creó Querejeta. Foto: Cortesía Mauro Querejeta
Querejeta está feliz como con juguete nuevo. Hablando de juguetes: ¿qué hizo él con los miles y miles de legos heredados de su amigo? “Se los regalé a mi jardinero para sus hijos, que es padre soltero. Estaba feliz. Ahora bien, confieso que me sigo comprando legos. Y sigo armando en mis días libres. Voy a seguir creando y construyendo hasta el día que me muera”.