Musulmanes en América Latina: avances, desafíos y prejuicios

Representantes de comunidades latinoamericanas coinciden en que los niveles de islamofobia son más bajos que los de Europa y se han registrado progresos en la concientización, aunque la discriminación hacia las mujeres musulmanas persiste.

Se estima que 840.000 personas en América Latina se identifican como musulmanes. / Foto: Getty Images
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Se estima que 840.000 personas en América Latina se identifican como musulmanes. / Foto: Getty Images

Durante la 78º Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada en Nueva York desde el 18 al 26 de septiembre de 2023, líderes globales advirtieron que los niveles de racismo y de islamofobia han alcanzado “proporciones alarmantes” en el último año en Europa.

Aunque los discursos estigmatizantes están presentes en todos los rincones del mundo, encontramos un panorama más optimista en algunas comunidades de América Latina, donde los grados de discriminación son más bajos.

“Si comparamos con Europa o con otros países, podemos afirmar que los índices de discriminación y de islamofobia son mucho más bajos en Argentina. Sin embargo, sí existen hechos aislados de discriminación, que ocurren en lugares públicos, como en aeropuertos, o al momento de buscar trabajo”, explica a TRT Español Melody Amal Khalil Kabalan, presidenta del instituto argentino Islam para la Paz.

En Argentina, uno de los países de la región con mayor cantidad de musulmanes -400.000, de acuerdo a un informe del centro de investigación independiente Pew-, las instituciones islámicas participan en diferentes áreas relativas al culto y la promoción del Islam, así como también interactúan y trabajan mancomunadamente con otras religiones y grupos de fe. Por estos motivos, Kabalan afirma que “el modelo argentino es muy poco visto en América Latina".

La situación en Colombia y Panamá

En ese sentido, aparecen diferencias con el caso de Colombia, país donde viven aproximadamente 10.000 musulmanes.

“La comunidad en Bogotá es más bien pequeña, pero se encuentra en continuo crecimiento, con gente que ha migrado a otros países y nuevos que han llegado”, señala Sherin Yousef Novoa, colombiana-palestina, y profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales.

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Celebraciones por Eid al-Fitr en la mezquita Abou Bakr Alsiddiq en Bogotá, Colombia. (GETTY IMAGES)

“Aunque se suelen realizar encuentros interreligiosos que tienen el objetivo de fomentar el respeto, la integración y la tolerancia, la realidad es que no hay lazos tan directos entre la comunidad y las autoridades, aunque podría decirse que tampoco tenemos tantas necesidades a nivel de lo público”, añade.

De todas formas, destaca que las comunidades están en contacto con los gobiernos y las secretarías de Asuntos Religiosos, principalmente con el objetivo de mirar que se mantengan las garantías relacionadas a la libertad de culto.

Un caso diferente es el de Panamá, donde si bien no hay una institución que los enlace, en los últimos años el Gobierno ha decidido apoyar a los musulmanes en casos puntuales, por ejemplo, cuando en 2018 otorgó un permiso para que las niñas puedan utilizar hiyab en las escuelas públicas.

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Estudiantes de una escuela financiada en la ciudad colombiana de Maicao. (GETTY IMAGES)

Aunque allí la comunidad islámica también representa un pequeño porcentaje de la población - 30.000 personas de entre 4.300.000 - y su conformación es más reciente, ha cobrado protagonismo en América Central debido a que allí se encuentra una de las madrasas (escuelas coránicas) más grandes de la región.

“El Gobierno y los medios de comunicación se muestran abiertos tanto para ayudarnos como para difundir sobre las prácticas del Islam”, asegura Suhel Alibhai, miembro de la comunidad local: “Por ejemplo, en Ramadán y Eid al-Fitr [fiesta del fin del ayuno], las cadenas de noticias acuden a las mezquitas para preguntarnos sobre la celebración”.

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Musulmanes en el Estadio Rod Carew de la Ciudad de Panamá, durante las oraciones de Eid Al-Fitr. (REUTERS/Carlos Lemos)

Sin embargo, Alibhai advierte que “como en todo el mundo, hay personas que tienen algo en contra del Islam o que no les agrada, por eso, en algún punto la islamofobia está presente, aunque afortunadamente son pequeños grupos”.

“En general, la gente es amigable. No hay problemas para llevar a cabo nuestras celebraciones, los migrantes son bien recibidos y se respetan nuestras costumbres. Creo que el hecho de que este país sea un crisol de razas ayuda a que la discriminación hacia nosotros sea menor”, agrega el panameño.

El velo como obstáculo y foco de atención

En América Latina y el Caribe, los musulmanes representan un pequeño porcentaje de la población, estimado en 840.000 personas por sobre un total de 652.000.000, en base a datos de Pew y de un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas.

Mientras tanto, en Europa la proporción es mucho mayor: la cifra supera los 25.000.000, de entre 448.400.000.

En este marco, aunque se estima que la cantidad de casos de discriminación y de islamofobia son más bajos en Latinoamérica, existen hechos aislados y las más afectadas son las mujeres que usan velo, ya que es más sencillo identificarlas como musulmanas en lugares públicos.

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Aproximadamente, 10.000 musulmanes viven en Bogotá, capital de Colombia. (GETTY IMAGES)

“Si bien no es algo que ocurre a todas, la situación no es la misma para quien lleva hiyab y quien no lo lleva”, analiza Novoa.

“Aquí no son altos los niveles de islamofobia, entendiéndose esta como el miedo hacia los musulmanes, aunque sí hay ignorancia y prejuicios. A la gente le causa mucha curiosidad la vestimenta de la mujer, por lo tanto, siempre serás un foco de atención muy alto en las calles”, dice, y añade que, si bien algunas mujeres han recibido comentarios despectivos o incluso acusaciones de terrorismo, no es algo frecuente.

Por otro lado, indica que las escuelas y las universidades de Colombia permiten todo tipo de vestimenta y las mujeres no suelen experimentar adversidades en este ámbito, algo que sí ocurre al momento de buscar trabajo, especialmente si es en atención al público.

En este sentido, Melody Amal Kabalan coincide: “El velo puede convertirse en un obstáculo al momento de buscar empleo. Muchas mujeres se ven obligadas a quitárselo en el trabajo”.

“A veces, los empleadores les recomiendan que no ocupen puestos de atención al cliente, ya que ellos suponen que podrían vivir momentos de discriminación. Pero ellas me han comentado que, en realidad, sería porque la empresa no se ve identificada con el Islam”, relata.

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Muchos casos de discriminación hacia mujeres musulmanas en América Latina ocurren en aeropuertos. (REUTERS/Daniel Munoz)

Asimismo, la argentina se refiere a dos casos recientes donde las mujeres se vieron afectadas por los prejuicios que generó su vestimenta religiosa: el primero, en el aeropuerto de Buenos Aires, cuando se le pidió a una mujer que se quite el hiyab sin motivo alguno, incluso antes de pasar por las máquinas de escaneo; el segundo, en un complejo de natación, donde se le prohibió el ingreso a una mujer que llevaba el cuerpo cubierto.

“Muchas veces es por ignorancia que aparece esa mirada que señala y prejuzga, que no entiende por qué las mujeres ‘están todas tapadas’, sin comprender que es una elección de vida y que hay musulmanes extranjeros, así como argentinos que eligieron ser musulmanes”, concluye Kabalan.

Por eso, es importante continuar capacitando y concientizando sobre el Islam en Latinoamérica.

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