¿Reformista o conservador? El futuro de Irán depende de electores agotados
Masoud Pezeshkian se llevó el 42,4% de los votos en la primera vuelta de las elecciones en Irán, superando a sus rivales de línea dura. Esto es lo que podría suceder en segunda vuelta, según expertos.
La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Irán se votará este viernes: el reformista Masoud Pezeshkian se enfrenta a Saeed Jalili, de línea dura. El ganador tendrá la responsabilidad de liderar el país de mayoría chiita en tiempos tumultuosos para la región.
Las votaciones del pasado 26 de junio, en las que se enfrentaron cuatro candidatos, no tuvieron un resultado definitivo pues ninguno logró más del 50% de los votos para reclamar la victoria.
Sin embargo, lo que sorprendió a los observadores de Irán fue el elevado número de votos que logró Pezeshkian, exactamente el 42,4%, por encima del 38,6% de Jalili.
Las elecciones anticipadas en Irán se convocaron tras la muerte del entonces presidente Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero en mayo. Decenas de miles de iraníes asistieron a su funeral, y cualquiera que hubiera visto la multitud habría pensado que el voto de simpatía se lo llevaría un hombre de línea dura como Jalili.
Ahora bien, los analistas creen que Pezeshkian tiene más posibilidades de ganar la segunda ronda.
“Pezeshkian es un izquierdista. La situación económica en Irán es desafiante en estos momentos y la mayoría de los que votaron por él vienen de la clase trabajadora”, explica Fatima Karimkhan, periodista radicada en Teherán.
La economía del país además ha sido golpeada por las sanciones occidentales que durante años ha impulsado Estados Unidos, lo que ha llevado a episodios de protestas contra la inflación y la escasez de bienes.
“A esto se suma el hecho de que el país necesita reconsiderar su política exterior. Un candidato que habla en nombre de la clase trabajadora y promete reducir la tensión entre Irán y otros países tiene un excelente potencial para ganar las elecciones”, destacó Karimkhan a TRT World.
Ghoncheh Tazmini, analista político iraní-canadiense y autor de "Khatemi's Iran: The Islamic Republic and the Turbulent Path to Reform”, también dice que Pezeshkian puede ganar la segunda vuelta "porque Irán necesita un líder con visión de futuro que comprenda la necesidad de que el Estado se adapte a los llamados de la población”.
Masoud Pezeshkian, candidato reformista en Irán, habla durante un debate con su rival de línea dura Saeed Jalili en un estudio de televisión de Teherán, Irán, el 1 de julio de 2024. Crédito: Morteza Fakhri Nezhad/IRIB
“Sus reiteradas promesas de garantizar la libertad en internet y la libertad de expresión en las universidades, junto a sus antecedentes impecables frente a la corrupción, lo distinguen de otros candidatos”, dice Tazmini a TRT World.
A diferencia de Jalili, que étnicamente es persa y un conocido partidario de la línea dura, Pezeshkian se presenta como un candidato no persa inusual con un padre y una madre de etnia turca.
Pezeshkian se desempeñó como ministro de Salud y Educación Médica durante el gobierno del ex presidente Mohammed Jatami. Tanto Jatami como Hassan Rouhani, otro expresidente, apoyaron a Pezeshkian.
Durante mucho tiempo, el candidato reformista ha criticado las medidas opresivas de Teherán contra la disidencia política y ha defendido los derechos de las minorías. También criticó la forma en que el gobierno manejó la muerte de Mahsa Amini bajo custodia policial, un incidente que desató protestas en todo el país.
Mientras Tazmini y Karimkhan destacan las crecientes perspectivas de una eventual victoria de Pezeshkian, un alto exfuncionario iraní que tiene estrechos vínculos con la tradicional política gobernante del país piensa lo contrario. Dice que el líder reformista no obtuvo la mayor cantidad de votos en la primera vuelta, considerando la división en la votación de la línea dura.
Si los analistas evalúan el total de votos, está claro que otros candidatos conservadores, que más o menos pertenecen a la escuela de pensamiento de Jalili, recibieron en total “muchos más” votos que Pezeshkian, aseguró el funcionario, que solicitó el anonimato.
Mohammad Bagher Ghalibaf, presidente del parlamento que tiene estrechos vínculos con la Guardia Revolucionaria iraní, logró 3,38 millones de votos, casi un tercio de los que recibió Jalili, mientras que Mostafa Pourmohammadi, un clérigo conservador, recibió más de 200.000 votos. Ghalibaf reiteró su apoyo a Jalili en la segunda vuelta del viernes.
El candidato presidencial Mohammad Bagher Ghalibaf saluda durante un evento de campaña en Teherán, Irán, el 18 de junio de 2024. Foto: Agencia de Noticias de Asia Occidental
La atención se centra en los niveles de participación
Con apenas el 40%, la primera vuelta presidencial registró la peor participación electoral desde la revolución de 1979, lo que sugiere una creciente frustración por la forma en que las elites clericales chiítas de Teherán gobiernan el país, dicen los expertos.
Una baja participación electoral socava la credibilidad del sistema político iraní porque “la apatía de los votantes es a menudo un reflejo de problemas internos no resueltos”, destaca Tazmini, el analista político iraní-canadiense.
Un candidato moderado como Pezeshkian aumenta su atractivo entre la gente cuando habla de las cuestiones urgentes que les preocupan, afirma.
Esto significa que si Pezeshkian es capaz de convencer a los iraníes que previamente boicotearon las elecciones de que acudan a las urnas y voten, entonces tendrá más posibilidades de ganar, dice Tazmini.
“Su éxito depende de la participación de la clase media, los jóvenes y la mayoría silenciosa que han mostrado descontento con la corrupción económica y las restricciones sociales al quedarse de manera extendida en casa durante las últimas tres elecciones nacionales para el Parlamento y la Presidencia”.
En las elecciones presidenciales de 2021, la participación electoral fue de casi el 49%, lo que muestra que el interés de los iraníes en el proceso ha disminuido. En las elecciones parlamentarias de marzo la participación también fue baja, del 40,6%.
"La historia muestra que entre mayor es el número de participantes, más posibilidades tienen los reformistas de ganar", afirma Karimkhan.
“Jalili es un hombre de línea dura con terribles antecedentes de negociaciones con países occidentales. En este momento, debido a que la situación económica es difícil y el gobierno necesita negociar, no tiene grandes posibilidades de ganar si la participación de los votantes supera el 50%”.
Un partidario del candidato presidencial Saeed Jalili sostiene un cartel con su rostro durante un evento de campaña en Teherán, el 26 de junio de 2024. Foto: Vahid Salemi/AP
Jalili fue viceministro de Relaciones Exteriores para Europa y Estados Unidos. También fue el principal negociador nuclear de Irán de 2007 a 2013.
Los negociadores occidentales tuvieron dificultades con las habilidades diplomáticas de Jalili, ya que le encantaba hablar sobre “la historia del Islam y de Irán” en lugar del tema en cuestión, según Robert J. Einhorn, un exdiplomático estadounidense. "Aprendimos mucha historia", dijo.
De manera que la estrategia principal de los partidarios de la línea dura es “reducir el número de votantes”, porque tienen más posibilidades de ganar en un escenario con baja participación electoral, dice Karimkhan.
Sin embargo, muchos iraníes no quieren que se repita el gobierno de la última administración de Raisi, explica la experta.
Aunque Karimkhan expresó su preocupación por la confiabilidad de las encuestas, todavía cree que los reformistas tienen buenas posibilidades de ganar la segunda vuelta el viernes.
La exfuncionaria iraní cree que si la mayoría de los partidarios reformistas acuden a votar, podría beneficiar a Pezeshkian. Aunque duda que eso suceda.
¿Están entrando en pánico los políticos de línea dura?
Tazmini señala que los iraníes de línea entraron en un estado de pánico con el desempeño de Pezeshkian en la primera vuelta, que lo ubica cuatro puntos por delante de Jalili.
Las libertades sociales no han sido el foco principal del la política tradicional iraní debido al ambiente de seguridad internacional predominante y a la dinámica regional desde las guerras en Ucrania y Gaza hasta los conflictos en Siria, Iraq y Yemen, dice Tazmini.
El énfasis de Teherán ha estado en la “autopreservación” y su supervivencia, dice.
“El deterioro de las relaciones con Occidente, el colapso del acuerdo nuclear, la escalada de tensiones con Israel y los esfuerzos de cambio de régimen apoyados por Occidente han obligado al régimen iraní a adoptar una cultura política más conservadora y centrada en la seguridad. Las preocupaciones estratégicas y de seguridad dominan la agenda, dejando las libertades sociales y los derechos de las mujeres en un segundo plano”, afirma.